El Coaching como herramienta para el desarrollo profesional de los docentes

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“El coaching consiste en descubrir el potencial de una persona para maximizar su rendimiento. Es más ayudar a aprender, que enseñar” Timothy Gallwey.

Este último año nos hemos sumergido en el enriquecedor mundo del Coaching -de la mano de la Fundación Trilema y la Universidad Nebrija– con el “Curso Superior de Coaching Educativo y Desempeño Docente”.

Durante todo el curso se nos ha repetido, y por ende hemos acabado experimentándolo nosotros mismos, una única  idea principal; y es que aunque el coaching surge al amparo de personas que valoran el potencial del ser humano y su capacidad de desarrollo, no es de ellos -mentores del cambio- de quienes recibe su esencialidad, sino de aquellos que, a través del coaching y de un modo humilde y generalmente voluntario, personalizan en cada uno de sus alumnos y en su actividad docente la necesidad de mejorar.

Por ello, la verdadera fortaleza del coaching educativo no radica tanto en su capacidad para vislumbrar el potencial de una persona como docente,  como en su habilidad para hacer que este encuentre por sí mismo las razones y los medios para cambiar su dinámica habitual. 

Hemos profundizado sobre el coaching educativo pedagógico, es decir, aquel que se da, exclusivamente, en el ámbito profesional docente con el objetivo de acompañar la mejora del desempeño del profesorado por y para los alumnos. Es un coaching no directivo. Esto quiere decir que el coach es un espejo que ayuda al coachee a confrontarse consigo mismo. “Yo, como coach, te devuelvo lo que tú, como coachee, me estás diciendo que te pasa”. El coach como proceso no directivo, no puede emitir sabiduría, conocimientos ni experiencias. Es experto del proceso de coaching, pero no de la materia. No da consejos ni lecciones.

Como bien nos recalcó Carmen Pellicer, “La verdadera virtud del coach radica en saber hacer buenas preguntasEl coach no da respuestas dogmáticas ni sentencia, sino que formula preguntas con el objetivo de sacar la mejor versión de uno mismo. “Si un hombre tiene hambre no le des un pez, enséñale a pescar”.

Llegados a este punto, resulta evidente que la virtud principal del buen coach consistirá pues en hacer brotar del coachee las preguntas correctas acerca de su propia dinámica educativa,  incluso cuando el coachee no fuera siquiera consciente de tener que plantearse algo.

Como apunta Vanessa Vicente Rivera, profesora y coach personal y educativo, «podemos pasar a la historia como la primera generación de docentes que cambiaron la manera de hacer las cosas, de colaborar de una nueva forma con sus alumnos o pasaremos a la historia como la última generación de docentes que siguieron haciendo las cosas de manera tradicional. Para esto, es necesario tener presente que la educación persigue empoderar a las personas sobre su propia vida y ayudarles a desarrollar todo el potencial en aquello que sientan pasión y les haga felices«.

Raquel Sánchez de Benito, coach especializada en Personas Altamente Sensibles, añade que «los docentes deben tomar conciencia de los valores que los mueven a desempeñar una de las profesiones más bellas que existen. ¿Acaso puede haber algo más maravilloso que sembrar semillas de luz en quienes serán el futuro de nuestra sociedad?» 

Álvaro Gil nos cuenta lo que le ha aportado el coaching

 

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