La actividad que hemos realizado durante 2 días, en la hora de matemáticas, es una mezcla de CBL (Challengue based Learning o ‘aprendizaje basado en proyectos’) ytrabajo Cooperativo. Ocho alumnos, de entre aquellos que están trabajando por ‘proyectos personales’ –tanto dentro como fuera del aula-, crearon una actividad basada en las fracciones, con la que dirigirían la dinámica del aula durante tres días.
- Las premisas para crear la actividad eran muy simples:
- La clase se divide en siete grupos; por lo que, descontando a los ocho ‘directores de cada actividad’, cada grupo estaría compuesto por 2 o 3 miembros. Deben tenerlo en cuenta.
- La actividad no puede durar más de 10 minutos.
- Ha de estar centrada en un aspecto concreto de las fracciones (fracciones mixtas, suma de fracciones, representación de fracciones, etc.)
- Ha de seguir distintas fases: explicativa, manipulativa y cooperativa.
Al finalizar los 10 minutos, cada ‘director’ de actividad giraría siguiendo el siguiente esquema. Si os fijáis en el dibujo:
siempre hay un director que queda libre, dado que no tiene ningún grupo asociado (hay siete grupos y ocho directores). El director que queda libre en cada turno tiene la misión de evaluar a uno de sus compañeros –el que se encuentra en la mesa ‘uno’– en función de la siguiente rúbrica:
Es decir, al finalizar los ocho turnos (dos clases de unos 40´) cada uno de ellos habrá sido evaluado por otro de los compañeros de proyecto.
En general, los beneficios de realizar una actividad de este tipo son muchos:
- Les ayuda a escuchar y respetar a sus iguales, pues todos terminan valorando el tiempo que los ‘directores de actividad’ han dedicado a generar cada ejercicio.
- Los directores, valoran mucho que sus compañeros les dejen ejercer de ‘verdaderos maestros’… aunque sea sólo por un rato.
Un alumno, preguntado a este respecto, señala: “ parece una forma de aprender muy divertida. Aprendemos jugando. Se han currado mucho las actividades, y cuando teníamos dudas nos respondían todas con una sonrisa: y no me han tratado mal nunca”.
Pero sobre todo, ‘que un niño explique a otro niño’ crea una situación de la que muchas veces los maestros no somos conscientes: el lenguaje se adapta… tanto para el que habla como para el que escucha. Dice otro alumno: “He entendido más cosas y mejor. Había cosas que me liaba o que se me daban mal, y que ahora se me dan mejor… Lo ha explicado con mis propias palabras”.
Si nada lo impide, repetiremos.
Luis Alberto Hoyos
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